domingo, 7 de noviembre de 2010

La verdadera cara de la Luna

A comienzos del siglo XVII, un artista rompía con la tradición, al pintar una primera representación realista de la Luna. Al decir de un famoso científico amigo suyo, se trataba de una Luna "irregular, tosca y llena de cavidades y prominencias, similar a la faz de la Tierra”. 



En entradas anteriores hemos hablado sobre la Basílica Santa Maria Maggiore de Roma y sobre el Milagro de la Nieve [1]. En particular, prestamos mucha atención a la capilla Paolina [2] . Cuando hablamos sobre el ícono Salus Populi Romani [3], realizamos una descripción muy exhaustiva de la Capilla, construída justamente para albergar a tan importante reliquia.

Dijimos que la capilla era, en si misma, "un asombroso y compacto museo del barroco italiano", y enumeramos una serie de esculturas y frescos que permitían corroborar esta afirmación. Entre otros, mencionamos, como al pasar, que  "Lodovico Cardi, llamado Il Cigoli (1559 - 1613), (en la imagen de la derecha) realizó la cúpula". Lo que no dijimos en ese momento  fue que este fresco (en la imagen inferior) representa una de los ejemplos más interesantes e históricamente relevantes de interacción entre Ciencia y Arte. Y si no lo dijimos en su momento, no se trató de un olvido. El tema merecía una entrada propia en este blog.


El fresco muestra una representación de la Asunción de la Virgen, convencionalmente parada sobre una Luna creciente. Tal como explica Frederick William Hackwood (1851-1926) [4]

"A la Virgen María no sólo se la llama Madre de Dios, sino también Reina del Cielo. Esto la relaciona directamente con la tradición astronómica [...]. Muchas representaciones de María con la luna creciente reflejan una relación con la antigua diosa de la Luna, ejemplificada por la diosa egipcia Isis."
Debemos recordar que la Luna, ya sea creciente o menguante, es un símbolo común a muchas religiones y mitologías, relacionado con la vida y la muerte, la fecundidad, las inundaciones que dan fertilidad al suelo, y el ciclo menstrual.

El enorme [5] óleo de El Greco (1541-1614), que se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago, es un muy hermoso ejemplo de esta iconografía. Tal como acostumbraba hacer en otras obras suyas (por ejemplo, en El Entierro del Señor de Orgaz, que se encuentra en la Iglesia de Santo Tomé, de Toledo, España), el lienzo aparece dividido en dos zonas, una terrestre y otra celestial. Mientras que en la primera los apóstoles se miran y cuestionan unos a otros con asombro y confusión, en la segunda los ángeles expresan su alegría. María asciende desde su tumba apoyada sobre una luna creciente, símbolo de su pureza. Y ya ha penetrado en el cielo, excepto por un borde de su túnica, que todavía la conecta al mundo que ha dejado.

Pero la Asunción de Cigoli es muy especial. Es cierto que es muy difícil poder apreciarla en detalle, dada la altura a la que se encuentra. Pero fíjense en el acercamiento que les muestro a continuación. Se pueden ver todos los atributos que se mencionan en el Apocalipsis (12):

"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita de dolor, porque le ha llegado la hora de dar a luz."


Y miren ahora el aspecto de la Luna a los pies de la Virgen, y permítanme corregir la deformación de la imagen causada por la forma del techo.


A diferencia de la representación lisa e irreal de El Greco (detalle en la imagen inferior), en la versión de  Cigoli, se pueden ver cráteres e imperfecciones. En particular, la linea que separa las zonas oscura e iluminada de la Luna es irregular. Y esto no se debe al natural deterioro del fresco. No. El artista está representando adrede tales características de la superficie lunar.


La representación de Cigoli es inmediatamente posterior a la publicación en Marzo de 1610 del Sidereus Nuncius, o "Mensajero Sideral", el libro donde Galileo Galilei (1564 - 1642) presentaba las primeras observaciones astronómicas realizadas con su telescopio. Entre otros impresionantes descubrimientos, Galileo mostraba que la línea que separa el día y la noche lunar (terminador) era suave en las zonas oscuras e irregular en las brillantes, de donde deducía que las primeras eran planas y las segundas escarpadas. Explícitamente, Galileo explicaba que la Luna
... no es lisa, uniforme y exactamente esférica [...], sino irregular, tosca y llena de cavidades y prominencias, similar a la faz de la Tierra, ataviada de cadenas montañosas y valles profundos”.
Galileo realizó varios dibujos de esta Luna irregular y tosca (en la imagen inferior), tan en contradicción con la noción Aristotélica de un firmamento de cuerpos celestes perfectos.


Se suele olvidar u omitir que, al mismo tiempo que Galileo, el astrónomo inglés Thomas Harriot (1560-1621) también estaba realizando observaciones telescópicas. En particular, entre 1609 y 1610 realizó varios dibujos de la Luna que, si bien, no tienen la calidad de los de Galileo [6], claramente muestran un terminador irregular. La imagen inferior muestra un dibujo realizado el 26 de Julio de 1609, y por lo tanto anterior al estudio comenzado por Galileo algunos meses después.  Sin embargo, los dibujos de Harriot no fueron publicados. Los de Galileo en cambio, junto con la interpretación de una Luna cubierta de montañas y cráteres, alcanzaron una gran difusión.


Y si... Cigoli representó la nueva Luna de Galileo, tal como aparece en la acuarela que acompaña la copia manuscrita del Sidereus Nuncius que se conserva en la Biblioteca Nacional de Florencia (BNCF) y que mostramos al comienzo de esta entrada. De hecho, el artista y el científico no sólo se conocían, sino que eran buenos amigos [7]. Antes y después de que Cigoli representara en la cúpula de la Capilla Paolina la Luna dibujada por Galileo, ambos se mantuvieron en contacto epistolar [8]. Y como resultado de esa maravillosa conjunción de un artista y un científico, se plasmaba por primera vez en una obra de arte, la verdadera cara de la Luna.

  1. El Milagro de la Nieve (Cienciarte, 30 de Mayo de 2010).
  2. El Milagro de la Nieve II - El concepto de evento (Cienciarte, 13 de Junio de 2010).
  3. Salus Populi Romani (Cienciarte, 26 de Setiembre de 2010).
  4. F. W. Hackwood: Christ Lore: Being the Legends, Traditions, Myths, Symbols, Customs & Superstitions of the Christian Church (London: Elliot Stock, 1902).
  5. 401.4 x 228.7 cm.
  6. J. C. Harris: Galileo Galilei: Scientist and Artist, Arch. Gen. Psychiatry 67, 770 (2010).
  7. D. Topper: Quirky Sides of Scientists: True Tales of Ingenuity and Error from Physics and Astronomy (New York: Springer, 2007).
  8. S. F. Ostrow: Cigoli's Immacolata and Galileo's Moon: Astronomy and the Virgin in Early Seicento Roma, Art Bulletin 78, 218 (1996).

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