domingo, 24 de julio de 2011

De la ciencia al arte

En 1963 Charles Percy Snow esbozó la posibilidad de una cultura que reconciliara la Ciencia y el Arte. Recientemente, esta cultura parece esbozarse en torno a procesos mediante los cuales los recursos representacionales visuales de la ciencia contemporánea son reconfigurados en torno de otros que los convierten en “objetos sci-art” [1]. 


Hace un par de semanas mencionamos como uno de los gráficos de un artículo que había publicado junto con Juan Fiol había sido seleccionado para ser la imagen de tapa [2] del número del 14 de Abril de la revista Journal of Physics B: Atomic, Molecular and Optical Physics.

Adrede, había evitado dar una descripción detallada del proceso físico que representa. La idea era que, privada de su contexto original, la imagen pudiese apreciarse en cuanto a su forma, color o textura, es decir apelando a componentes que usualmente se consideran intrínsecamente artísticos.

Si visitamos la página web de "Physical Review Letters", una muy prestigiosa publicación científica de la American Physical Society, y miramos las imágenes de tapa de sus números semanales [3], nos podríamos llevar algunas sorpresas.


Sin duda, la calidad y la variedad de estas imágenes resultan desconcertantes si se parte del pre-concepto de los tradicionales gráficos X-Y en papel milimetrado. No puedo reproducir aquí ninguna de estas imágenes por obvios motivos de copyright, pero le invito a prestar atención a algunas de ellas: Por ejemplo, la representación visual "The beating tail of a swimming fish" (2009) de Franosch et al. parece traer a la memoria  "The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living" (1991) de Damien Hirst (1965), mientras que "Calculated distribution and intensity" (2006) de Jan Wiersig, bien podría tratarse del vitral de alguna iglesia contemporánea.

Fuera de sus contextos científicos estas imágenes adoptan otras connotaciones y significados: "Band structure of bilayer graphene" de Taisuke Ohta et al., "Magneto-optic image of a superconducting MgB2 film" de D. V. Shantsev et al. o "Photograph of a cylinder moving through a shallow layer of viscoelastic micellar fluid" de Joseph R. Gladden y Andrew Belmonte, publicadas en el volumen 98 del año 2007, parecen más emparentadas con lo biológico o incluso anatómico, que con la Física. Llevando esta resignificación al extremo, tal vez no nos sorprenderíamos si alguien nos dijese que se trata de fragmentos de obras de Bio Art o inclusive Shock Art.

Entre las imágenes publicadas en 2006, ¿"A one-dimensional piece of Mylar confined in a two-dimensional container" de L. Boué et al. ó "Atomic Force Microscopy reveals a copolymer fluid droplet" de Andrew B. Croll et al. tienen alguna relación con el taijitu? ¿"Image of a highly compressed state of photoelastic disks" de T. S. Majmudar et al o "Pattern formed by polystyrene grains" de S. F. Pinto et al. son expresiones de arte abstracto o fotos de colonias de micro-organismos? ¿"Slice from a simulation" de Dan Kushnir, Jörg Schumacher, and Achi Brandt es una muestra del antiguo arte del papel marmolado? En todos los casos la respuesta es, obviamente, negativa.

Posiblemente, varias de estas imágenes no desentonarían si estuviesen colgadas de las paredes de alguna galería de arte. No digo, por supuesto, que estas representaciones visuales constituyan obras de arte, sino que en manos de un artista bien podrían devenir en obras de arte. Naturalmente precisan “algo más” para constituirse como Arte. Requieren, por ejemplo, una referencialidad o "aboutness" [4] que permita separarlas de su origen científico. En varios sentidos, tal resignificación sería paralela a la que va del mingitorio de Mott Iron Works a la Fuente (1917) de Marcel Duchamp o de las cajas brillo de James Harvey a la Caja Brillo (1964) de Andy Warhol [1]. Esta posibilidad de generar “objetos sci-art” a partir de recursos representacionales como los anteriormente analizados ha sido explorada por varios artistas y científicos, a quienes dedicaremos varias notas en el futuro.

Buena parte de la cultura visual de la ciencia contemporánea se vale de representaciones donde además de su sentido científico también priman consideraciones estéticas que tiene por objeto no sólo crear orden a través de la visualización, sino también atraer al observador [5,6]. Requieren una cuidadosa determinación de la escala, la perspectiva, el contraste, las sombras y la intensidad del color, e inclusive -en el mundo ficticio habitado por estos objetos virtuales- implican la elección de la composición, las condiciones de luminosidad, o el ángulo de cámara.

Tal como comentamos en un artículo reciente elaborado con Ailin Reising [1]:
Frecuentemente estas decisiones dan lugar a desarrollos estéticos de la visualización científica que no contradicen principios básicos de la ciencia [...]. Operan como recursos que colaboran en el procesamiento de información y en el establecimiento de relaciones entre la información de fenómenos inaccesibles a “simple vista”. Pues, estas imágenes responden no sólo al imperativo científico de identificar patrones y agrupamientos de patrones, sino también al imperativo artístico, según el cual el observador deviene protagonista en la atribución de significado de lo observado. Suponen una concepción de la representación de la realidad que concilia las divergencias otrora asociadas a la concepción del mundo de las “dos culturas”: un mundo externo a la espera de ser descubierto por el científico, un mundo construido fenomenológica y simbólicamente por el artista. Es esta conciliación lo que permite que, proceso mediante, estas imágenes encuentren similares posibilidades que los objetos de arte convencionales de ser reconocidas como legítimas expresiones artísticas.

  1. A. Reising y R. O. Barrachina: La producción de "objetos sci-art" a partir de visualizaciones científicas contemporáneas, A Passos Videira y A Torrano, Eds.: "La representación en la ciencia y el arte, Selección de trabajos del III Simposio Internacional" (Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2011).
  2. La imagen que encabeza esta entrada es una forma alternativa de la que apareció en la tapa del Journal of Physics B y que mostramos la semana pasada. 
  3. Physical Review Letters comenzó a incorporar imágenes en sus tapas desde el número del volumen 87. Son aproximadamente 26 números por volumen, y vamos por el volumen 106. Así que hay más de 500 imágenes para explorar.
  4. A. C. Danto: El abuso de la belleza: la estética y el concepto de arte (Buenos Aires: Paidós, 2008).
  5. D. Malin: The Invisible Universe (London: Little, Brown and Company, 1999).
  6. F. Frankel: Envisioning Science: The Design and Craft of the Science Image (London: MIT Press, 2002).

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