domingo, 25 de septiembre de 2011

Las luces de Cástor y Pólux

¡Venid a mi, desde la isla de Pélope,
hijos firmes y valientes de Zeus y Leda!
Mostradme que sois generosos y favorables,
Cástor y Pólux.

Vosotros que voláis en veloces caballos
sobre la tierra amplia y el amplio mar,
rescatándonos fácilmente
de la helada frialdad de la muerte,

coronando los bien asentados mástiles de las naves,
ascendiendo como unas tenues luces
por los puntales en la noche tenebrosa,
ofrendando el fuego ardiente a los buques en peligro. [1] 

Los versos que inician esta entrada fueron escrito por el gran poeta Alce de Mitilene (630 - 580 a.C.), y posiblemente sean la referencia más antigua que conocemos a un fenómeno físico que, para los marinos griegos, representaba una epifanía de los gemelos Cástor y Pólux, señal de su ayuda a una nave en peligro.

Cástor y Póllux eran hijos de Leda. Según algunas fuentes su padre fue Zeus, quien se había metamorfoseado en cisne para seducirla. Según otras, eran hijos del marido mortal de Leda, el rey espartano Tíndaro de Lacedemonia.  Así es como en Grecia se los conocía como los Tindáridas, o hijos de Tíndaro al igual que como los Dioscuros, o hijos de Zeus. Con esta denominación, representaron uno de los temas favoritos en la obra de Giorgio de Chirico (1888 - 1978).  La siguiente es un acquaforte llamada, justamente, "I Dioscuri" (1969)


La siguiente obra es "I dioscuri con i compagni in riva al mare" (1934),


Más recientemente, han sido representados por el retratista André Durand (1960) en su "Nacimiento de Castor y Póllux" (1988) rompiendo sus cascarones en presencia de Leda y de Zeus en forma de cisne.


Pero posiblemente la representación más conocida de los Dioscuri sea la que se encuentra al tope de las escaleras que conducen a la Piazza del Campidoglio en Roma, aunque en realidad se trata de réplicas romanas de originales griegos del siglo V a.C. Pero además, son réplicas de réplicas, ya que las "réplicas originales", que alguna vez estuvieron a la entrada de los baños de Constantino, se encuentran ahora flanqueando un obelisco frente al Palacio del Quirinale.


A continuación vemos estas dos famosas esculturas en una obra de Jean Lemaire (1598 - 1659), "Paisaje con Dioscuri"


Pero volviendo a nuestra historia, estas dos figuras míticas eran conocidas en Latín como "Gemini", o los gemelos, y algunas veces como los Castores. Para aumentar la confusión sobre su origen, hay todavía otras fuentes según las cuales Pólux era hijo de Zeus, lo que lo hacía inmortal, mientras que Cástor era hijo del mortal Tíndaro. Cuando Cástor fue muerto por Idas, Póllux le pidió a Zeus que le permitiera compartir con el su inmortalidad.

Por parte de su madre, eran hermanos de Clitemnestra, esposa y asesina de Agamenón, y de Helena de Troya. Cuando Helena fue secuestrada por el rey Teseo, los Dioscuros invadieron Ática para rescatarla. En la imagen vemos la obra "Cástor y Pólux rescatando a Helena" de Gustave Claude Etienne Courtois (1852 - 1923).


Y esto nos trae de vuelta al poema de Alce que dio inicio a esta entrada. y que hace referencia a la aparición de dos luces...
... coronando los bien asentados mástiles de las naves,
ascendiendo como unas tenues luces
por los puntales en la noche tenebrosa,
ofrendando el fuego ardiente a los buques en peligro.
Los marinos consideraban a estas luces como presagio de buena suerte, ya que indicaban que los hermanos Cástor y Póllux estaban viniendo a rescatar el barco en peligro. En cambio, si veían una sola luz, la asociaban con la raptada Helena, y lo consideraban un mal presagio. Al respecto, en el libro 2 (Una descripción del Mundo y sus elementos) de la Historia Natural de Plinio el viejo (23 - 79) leemos, en el capítulo 37, sobre "las estrellas llamadas Cástor y Póllux",
Estas estrellas ocurren en el mar y en la tierra. He visto, durante la guardia nocturna de los soldados, una aparición luminosa, como una estrella, unida a las jabalinas en las murallas. También se asientan en los patios de armas y en los barcos mientra navegan, produciendo una especie de sonido vocal, como el de los pájaros revoloteando. Cuando ocurren solas son perjudiciales, tanto como para ser causa del hundimiento de los barcos; y si tocan la parte baja de la quilla, le prenden fuego. Cuando están de a pares se las considera de buen auspicio, y se piensa que predicen un buen viaje, ya que según se dice alejan al espantoso y terrorifico meteoro llamado Helena. En esto se cree que su eficacia se debe a Cástor y Póllux, y se los invoca como dioses. También suelen brillar ocacionalmente alrededor de las cabezas de los hombres en la noche, y se considera que predicen algo importante. Pero hay muchas incertesa respecto de la causa de tales cosas, y permanecen ocultas en la majestad de la Naturaleza.
Hoy sabemos que estas luces son reales y que aparecen durante las tormentas en puntos elevados. En un tratado de 1837 nos explican que
Se trata de un meteoro luminoso que frecuentemente aparece posado sobre las puntas de los mástiles de los barcos, cuando el clima es cálido, y especialmente en zonas tórridas, y es considerado un fenómeno eléctrico, aunque nunca se ha reportado que produzca los mismos efectos desastrosos que los rayos.
Es posible que [...] esté conectado con un cambio de clima, ya que el estado eléctrico de la atmósfera sin duda concierne a la producción de nubes y tormentas, tanto como a los rayos y relámpagos. Por lo tanto, no sería contrario al la filosofía considerar, junto con los marineros, que sus apariciones pronostícan tales cambios. [2]
Aunque este tratado nos cuenta una historia diferente respecto del augurio aportado por estas luces:
Cuando está confinado a las puntas de los mástiles, se los considera como un pronóstico de mal tiempo, pero no en tal grado como para causar daño. Pero cuando desciende del mástil, se cree que es prueba segura de una tormenta que se avesina y que será, mas o menos desastroza, dependiendo de la distancia de su descenso. [2]
En la literatura clásica encontramos varias referencias a este tipo de efectos. Por ejemplo, en los Hímnos Homéricos, 33 leemos:
Musas de ojos brillantes, hablen de los Tindáridas, los Hijos de Zeus, los gloriosos niños de la encadenada Leda, Cástor el domador de caballos, y Pólux, libre de culpa. Cuando Leda se había acostado con el oscuro Hijo de Cronos, los dio a luz debajo de la cima de la colina de gran Taigeto, - los niños que se ofrecen a los hombres en la tierra y a las veloces naves cuando los feroces vientos de la tormenta rugen sobre el mar despiadado. Entonces los marineros llaman a los hijos del gran Zeus, sacrificando blancos corderos van hacia la proa, pero el fuerte viento y las olas del mar están por hundir el barco, hasta que de pronto se ve a los dos dioses surcando el aire en leonadas alas. Inmediatamente disipan las ráfagas de los crueles vientos e inclusive las olas en la superficie del oscuro mar: justos signos de la liberación. Y cuando los marineros los ven llegar están felices y descansan de su dolor y su trabajo. ¡Dios os salve, Tindáridas, jinetes en caballos veloces!...
En la noche anterior a la batalla en la que Publius Postumius venció a los Sabinos, las jabalinas romanas emitieron luz como antorchas; y Cesar relata que durante la guerra Africana, en el mes de Febrero, se produjo, cerca de la segunda ronda de la noche, una espantosa tormenta que llevó al ejercito romano a una gran confusión, en cuyo momento las puntas de las lanzas de la quinta legion parecían hechas de fuego [3]. Según leemos en "De bello africo", es decir "Sobre la guerra en África", atribuída a Julio César,
En ese momento un accidente increíble sucedió al ejército de César, porque cuando las Pléyades se habían ocultado, en la segunda guardia de la noche, una terrible tormenta se levantó, seguida de un granizo de un tamaño poco común. Sin embargo, lo que contribuyó a hacer que esta desgracia fuese mayor era que César no había puesto a sus tropas en cuarteles de invierno, como otros generales suelen hacer, si no que cada tres o cuatro días cambiaban de campamento para ganar terreno al enemigo, lo que mantenía a los soldados continuamente ocupados y desprovistos totalmente de cualquier comodidad que los protegiera de las inclemencias del tiempo. Además, había traído a su ejército de Sicilia con tal rigor, que ni oficiales ni soldados habían sido autorizados a llevar sus equipajes y utensilios con ellos, ni siquiera un vaso o un solo esclavo, y hasta ahora no habían podido adquirir o proveerse de ninguna cosa en África, y que, a causa de la gran escasez de provisiones, habían consumido totalmente sus almacenes. Empobrecidos por estos accidentes, muy pocos de ellos tenían tiendas, y el resto se habían procurado unas especies de cubiertas, ya sea utilizando sus propias ropas, o con esteras y cañas. Sin embargo, estos cobertizos fueron rápidamente penetrados por la tormenta y el granizo, y los soldados privados de recursos, vagaban por el campo, cubriendo sus cabezas con sus escudos para refugiarse de la violencia de las condiciones meteorológicas. En poco tiempo todo el campamento estaba bajo el agua, el fuego extinto, y todas sus provisiones mojadas o en mal estado. Esa misma noche las puntas de las jabalinas pertenecientes a la legión quinta se incendiaron espontáneamente [4].
Siglos más tarde, esta aparición se asociaría a la intervención milagrosa de un santo, dándole el nombre con el cual es conocida hoy. También iba a ser tema frecuente de la literatura; y hasta se iba a estudiar científicamente, siendo reproducida en el laboratorio en condiciones controladas. Pero ya nos hemos extendido demasiado, y esas historias serán tema de próximas entradas.

  1. En la imagen, detalle de "I Dioscuri" (1974), por Giorgio De Chirico.
  2. John Lee Comstock: A treatise on mathematical and physical geography (Packard and Brown, 1837) p. 275
  3. John Brocklesby: Elements of meteorology: with questions for examination, designed for schools and academies (Sheldon and company, 1869)pp. 156-7
  4. Per id tempus fere Caesaris exercitui res accidit incredibilis auditu. Namque vergiliarum signo confecto circiter vigilia secunda noctis nimbus cum saxea grandine subito est exortus ingens. Ad hoc autem incommodum accesserat quod Caesar non more superiorum temporum in hibernis exercitum continebat, sed in tertio quartoque die procedendo propiusque hostem accedendo castra communibat, opereque faciendo milites se circumspiciendi non habebant facultatem. Praeterea ita ex Sicilia exercitum transportabat ut praeter ipsum militem et arma nec vas nec mancipium neque ullam rem quae usu militi esse consuevit in naves imponi pateretur. In Africa autem non modo sibi quicquam non adquisierant aut paraverant, sed etiam propter annonae caritatem ante parta consumpserant. Quibus rebus attenuati oppido perquam pauci sub pellibus adquiescebant; reliqui ex vestimentis tentoriolis factis atque harundinibus storiisque contextis permanebant. Itaque subito imbre grandineque consecuta gravatis pondere tentoriis aquarumque vi subrutis deiectisque, nocte intempesta ignibus exstinctis, rebus quae ad victum pertinent omnibus corruptis per castra passim vagabantur scutisque capita contegebant. Eadem nocte V legionis pilorum acumina sua sponte arserunt.

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